07 noviembre 2007

Bienvenido el deseo de escribir

Bienvenido el deseo de escribir
(entre el cuerpo y el alma)

Silvia Adela Kohan

Esas cosas que uno quisiera decir y no dice... Lo que no se acaba de entender... Lo que se sabe y lo que no se sabe... Los pensamientos que interrumpen y molestan... Lo que se desea, lo que se le desea a los demás...
Escribiéndolo, se reacomodan los pensamientos. Hacerlo sobre una misma o a partir de una misma exige coraje, pero proporciona un gran bienestar. Puede dar lugar a un proyecto narrativo, da sentido a la vida. Escribir sin limitaciones y sin frenos, resuelve problemas emocionales, mejora el estado de ánimo. permite saber lo que una no sabe de sí misma y encontrar la propia voz.

I

Escribir pone en marcha la alegría. En el momento en que me dispongo a escribir todo bulle en mi interior, es un saludable acto de vida.
Dice Doris Lessing: “La función de la literatura es comentar la vida para gente que también está interesada en analizar la suya a través de la literatura”. Una frase, un poema, un fragmento de novela, funcionan como la revelación de algo que permanecía oculto para el autor del texto y que aflora en su lectura. Tan sólo, con las cartas autobiográficas a los amigos es posible sentirse mejor. En todos los casos, las palabras escogidas son delatoras.

II

Un método: recurrir a la retrospección. Nos recontamos el pasado, y ese ejercicio nos cura al descubrir con satisfacción que hemos sido y que somos muchas. Muchas mujeres coexisten en nosotras y todas pueden alimentar a la escritora, desde las otras que soy, desde las preguntas, desde la experiencia, los recuerdos, desde el cuerpo, desde los sentimientos, desde el alma.
Por momentos se sufre, nos parece que el relato se diluye y abandonamos, o nos aplasta la autocrítica, sin embargo es cuando conviene tomarse un descanso y seguir, o consignar las dificultades, y poco a poco, una se va dando permiso (porque a menudo se trata de eso) y se conecta con su propia voz. Lograrlo en la escritura es lograrlo en la vida. Darse la autorización de hacerlo es otorgarse valor.


III

O un diario íntimov(¿otro método?), un diario de ideas, un cuaderno de notas cotidiano. Un diario (día tras día) lleva al autoconocimiento. ¿Estoy angustiada? ¿Rabiosa? ¿Eufórica? ¿Desilusionada? Lo cuento. No omito nada. No huyo de los minuciosos detalles. Tal vez, con el tiempo, podré transformarlo en material para una novela. Mientras tanto, si se deja a un lado el pudor, hace de cómodo confesor, de retrato complaciente o amenazante, de alter ego.
Escribir para luchar contra la cobardía, vaya si es un ejercicio saludable.

Soy mi propia interlocutora. Me atrevo a escucharme y lo escribo. Desato nudos. Deshago grumos. Qué alivio y qué placer. Me impulsa el deseo irrefrenable de resignificar el mundo. Escribir es pasarlo bien con una misma.


IV

Admitanos que la escritura no es un recurso, es un fin en sí mismo. Pero salva aun sin proponérselo. Para Dostoievski, fue el mejor tratamiento curativo, al acabar Los hermanos Karamazov, que narra las relaciones familiares y el parricidio, se curó su epilepsia originada con la muerte de su padre. Es mayor la probabilidad de salvación si lo escribimos porque bulle en las vísceras.
En cuanto a Marguerite Duras, 1956 es para ella un año de trastornos emocionales: su amante la abandona, su marido trae a otra mujer al departamento que comparten, cría a un hijo al que no comprende y lleva meses sin publicar. Pero escribe todo el tiempo. Recurre al psicoanálisis. El analista lee los libros de la paciente y le dice que no hace falta que vuelva, que la solución para ella es escribir.
Muchas escritoras (como Doris Lessing) lo son a causa de la frustración. Se echan los miedos fuera a través de la escritura.
Susan Sontag habla de la necesidad de soledad para buscar «la propia voz» y retoma a Kafka que decía: “Para escribir nunca se está suficientemente solo. Pienso en escribir como en estar en un globo, en una nave espacial, en un submarino, en un armario. Es ir a algún sitio donde no hay nadie a concentrarse, a oír la propia voz de uno”. Lo corrobora Paul Auster, que agrega: “ Creo que lo asombroso es que cuando uno está más solo, cuando penetra verdaderamente en un estado de soledad, es cuando deja de estar solo, cuando comienza a sentir su vínculo con los demás”.

La escritura como cura, como terapia del lenguaje; la precisión lexical como realización máxima de salud.

V

Escribir para ocupar un lugar en el mundo. Si se duda de la vida o en la vida, allí está la escritura, el acogedor espacio de la página.
Empecé sin darme cuenta, escribo desde pequeña. La pasión surgió y se afirmó como rebelión frente a un mundo que no comprendía del todo. En la infancia, me sentía bastante sola. Con unos padres que daban demasiada importancia a la realidad, yo escapaba al centro de las palabras (uf, qué alivio), me refugiaba debajo de la mesa o tras los cortinados y me inventaba personajes (aprendí a poner en boca de un personaje lo que no me atrevía a expresar). Con el tiempo, me interné en una y otra novela poblada de mujeres entre las que estaba yo –agazapada en las manías de una, los gestos de otra, los miedos, la curiosidad o la incertidumbre de alguna–. Ellas tenían una historia; deseaba que me la contaran para saber más de mí.

Escribir como tabla de salvación. Para no mentirse.


VI

Escribo para reordenar las palabras de mi madre, las que le escuché y las que me hubiera gustado escucharle decir. Soy las mujeres que me precedieron. Dicen que mi abuela se suicidó. Acaso, lo hizo para que yo ocupara su lugar y respirara por ella. Presiento que suspiramos a dúo. Para esta clase de presentimientos habría también una novela. Mi otra abuela era mala, me enorgullece haber tenido como predecesora a una mujer mala, ¿qué papel jugaría en la novela?
¿Cuántas imágenes se agolpan en nuestra mente ante esta frase: “La primera cosa que recuerdo de mi infancia es...”? Completarla, seguir, encender así el fuego de la escritura. Para escribir no hay recetas, sólo dejarse fluir sin cortapisas. Otro método: Pasar de la evocación a la observación de algo que pasa ante nosotros en ese momento, ante la vista o por el pensamiento y tirar de ese hilo.

VII

Marguerite Duras no se ponía a escribir si no había hecho antes la cama. A mí me pasa. ¿En eso reside la noción de orden? Mi abuela mala decía que uno duerme tal como se hace la cama. Yo agrego: uno escribe tal como se hace la cama.
No es igual escribir desnuda que escribir vestida, de negro, de raso, de blanco, de lino, de rojo, de lana. Así como elijo las prendas con las que me visto, así escribo. Desenfado y suntuosidad.

VIII

Una lista de palabras, un mail, una novela rosa o negra, este artículo para la revista MYS, una notita en la nevera, una carta al padre o a la madre, a los hijos, a un interlocutor imaginario... ¡bienvenidos sean los interlocutores! (no decimos lo mismo aunque hablemos de lo mismo a una que a otro interlocutor). Sea cual sea, la escritura abre las compuertas de las zonas propias a las que de otro modo no se llegaría y pone en movimiento nuestras zonas dormidas.

Lobo Antúnes dedica un libro a sus padres, que no lo leían ni lo entendían. ¿Qué habrá querido averiguar? ¿Qué herida habrá querido curar?
Hitos que configuran un mapa de nuestra historia personal quedarían en la sombra para siempre si no hiciéramos el esfuerzo por sacarlos a la luz. Un repaso a las capas de nuestra biografía, cubierta de primos, paseos, rechazos, malentendidos, permite transitar por zonas a veces dolorosas, enfrentarlas, buscarles una función, admitirlas y encontrar la propia voz. Es un camino hacia la reconstrucción de lo que tiene aluminosis.

IX

Tal vez, el trabajo consiste en atrapar la frase que se nos ocurre, en vez de permitir que se desvanezca como tantas otras frases que pasan por nuestra conciencia. Tomar nota, estar receptiva en lugar de permanecer inerte.
Los poderes liberadores, analgésicos y reconstituyentes de la escritura hacen su efecto si se les dedica algún tiempo más o menos constante y cierto esfuerzo de sinceridad. Es cuestión de desprender las capas de la cebolla, explorando entre ellas hasta el final, resistiendo aunque nos lloren los ojos.

silviaadelakohan@grafein.jazztel.es

9 comentarios:

Miguel Ángel Hernández dijo...

Fantástico. He aprendido a escribir con tus libros. Siempre me ha fascinando el entusiasmo con el que me he puesto a escribir después de leerlos. Este post, de nuevo, suscita en mí el deseo de escribir. Muchas gracias

Diana H. dijo...

He llegado hasta tu blog en busca de espacios que me cuenten sobre la escritura creativa, por alguien que te mencionaba en su propio blog. La verdad, después de leer tus palabras, siento que los días que vienen sólo deberían estar para sentarme a escribir. Ya mismo me voy a la librería para tratar de conseguir algúno de tu autoría. ¡Gracias por alentar mi motivación! Saludos desde Argentina.

Hunka!! Comics y dibujo dijo...

Un espacio magnífico y una oportunidad para expresarte mi admiración, hace tiempo compré uno de tus libros y ahora, buscando como conseguir otro di con este blog.

Gracias por compartir este artículo, espero leer pronto alguna mas de tus reflexiones.

Saludos desde México

Anónimo dijo...

Primero que nada hola.
tengo 13 años.
llegue a tu blog en busca de como aprender a expresarme en un libro.
lo logre algun dia me gustaria ser escritora y queria saber donde puedo encontrar tu autoria me gusta mucho.
muchas gracias por darme aliento.
voy a seguir en mi proyecto.
desde ya muchisimas gracias!!
Mis saludos desde argentina..

abby dijo...

Primero que nada hola.
tengo 13 años.
llegue a tu blog en busca de como aprender a expresarme en un libro.
lo logre algun dia me gustaria ser escritora y queria saber donde puedo encontrar tu autoria me gusta mucho.
muchas gracias por darme aliento.
voy a seguir en mi proyecto.
desde ya muchisimas gracias!!
Mis saludos desde argentina..

Iván Castro Rodelo dijo...

Hola, que privilegio para mi tenerla como tutora. Lerla es muy motivante.

Iván Castro Rodelo dijo...

Hola de nuevo.
Por favor cuéntame si tus libros se consiguen en Colombia y con cual editorial. Gracias.

Atelieterapeutico.artes&humanidades dijo...

amei te conhecer. esses encontros que tornam a vida surpreendente. besos Lou

Proyecto Semilla, México. dijo...

quede fascinado con las expresiones que das sobre la escritua...soy profesor que atiende a niños de comunidades indigenas en sonora,mexico de martin galvez